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Editorial LA SIDRA 161

Editorial

La exitosa presentación de la nueva cosecha de Sidre d’Escoyeta, con su sidra sobre la madre, es la continuación perfecta de la Primer Sidre L’Añu y la confirmación práctica de como poco a poco se va consiguiendo recuperar esa modalidad de sidra que estuvo a punto de perderse por la industrialización. Falta saber si la legislación española contempla la existencia de la misma, y no ocurre como con la sidra de pera, y también excluye esa denominación.

Y es que la nueva legislación española en lo que respecta a la sidra no es tan mala como la anterior, pero, la verdad, es más mala que buena, hecha desde la ignorancia de un estado que no ve mucho más allá del vino y en todo caso de espaldas a la tradición, cultura, y economía asturiana. Lo de siempre.

Pero es que en este estupendo mes de floración del manzano se nos acumulan las desdichas. Acabamos de enterarnos a través de Foro de que en el País Vasco, con una producción de sidra casi 10 veces menor, su gobierno invierte 12 veces más en publicitar su sidra que el “Principado”. Las cifras son claras y de nuevo sufrimos las consecuencias de no tener un gobierno propio, sino un “Principado” empeñado en hacer de Asturies un barrio de Madrid.

Por si todo esto pudiera parecernos poco, el “Principado” se reafirma en la legislación que prohíbe cantar o tocar la gaita en las sidrerías, aunque sí que lo permite en los tablados flamencos… tan asturianos y tan abundantes en nuestro país.

Afortunadamente la sociedad civil asturiana tiene capacidad para superar todos estos despropósitos y es un auténtico placer ver la vida que tienen merenderos y sidrerías y cómo se suceden los eventos sidreros, este mes el de Ribeseya y Sotrondio, el que viene el de L’Entregu, el de Llaviana, y así sucesivamente.

Mención aparte merece La Preba de Gascona, espectacular por derecho propio, una auténtica exhibición de calidad, asturianía y amor por la sidra; referente obligado que año tras año se supera y de cuyo ejemplo se nutren eventos similares. Su aportación a la cultura asturiana de la sidra es más que destacable y es justo reconocerlo así.

Y por supuesto, lo mejor de todo es que un mayo bueno augura un junio mejor.

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