Opinión

Editorial

Sigue el mundo sidrero dando muestras de resistencia, originalidad y decisión de superar las circunstancias adversas, todos los días en las sidrerías, llagares o pumaradas. Siguen celebrándose eventos como la Fiesta de la Sidra de Xixón o la de Villaviciosa, y ya podemos anunciar que el Salón Internacional de les Sidres de Gala, también se celebrará, adaptándose a la nueva situación, pero con la firme decisión de seguir avanzando en el proceso de internacionalización y diversificación de la sidra.

Es un esfuerzo enorme, digno de todo reconocimiento. La pandemia, y la forma en que está siendo gestionada, está afectándonos en el día a día de forma directa, pero también indirectamente, creando una sensación de inseguridad y provisionalidad que puede resultar tan dañina como la propia enfermedad. Y esto está resultando ser nefasto para el sector, para cualquier sector, en realidad.

Por eso, una vez más, desde LA SIDRA queremos reclamar un mayor compromiso institucional con el sector, tal como ha hecho en Euskadi el gobierno vasco concediendo subvenciones por valor de 50 millones a sus llagares, o incluso las diputaciones de Guipuzcoa y Álava, que también aprobaron ayudas económicas a sus cosecheros y llagareros.

 No nos podemos permitir que el Gobierno del “Principado” continúe ajeno por completo a las necesidades del sector sidrero. Necesitamos que cumpla sus compromisos ¿Qué pasa con la declaración de la Cultura Asturiana de la Sidra como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad? ¿Qué pasa con el Plan Estratégico para la Sidra y la Manzana? También necesitamos que establezca planes específicos de ayuda para el sector, incluidas las sidrerías, cuya especificidad, dinamismo y proyección no suele ser tenida en cuenta. El silencio y la falta de operatividad de nuestros gobernantes nos está saliendo muy caro, dejándonos en una situación de indefensión inaceptable y en inferioridad de condiciones frente a otras comunidades en donde sí se da ese compromiso institucional. 

El mundo de la sidra no es solo el de las fiestas, los encuentros en los chigres y merenderos, las espichas y las romerías, es un mundo de hombres y mujeres que se implican personalmente, que trabajan día a día en las pumaradas, en los llagares, en las sidrerías; que viven de ello y para ello… y que en momentos como los que ahora estamos pasando, necesitan un apoyo.

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